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Cultivos de Uso Ilícito e Iniciativas Alternativas, Política Antidrogas y Narcotráfico

El cubrimiento de la problemática de las "drogas ilícitas" debe diferenciar los niveles siguientes: Cultivos, Comercio y Consumo. Es necesario (a) analizar cuáles son las políticas ejecutadas para cada uno de estos niveles, (b) realizar un balance de su eficacia y de sus impactos sociales, económicos y ambientales y (c) escuchar el enfoque que los movimientos sociales han adoptado.


Un nivel de análisis alterno se refiere a las drogas sintéticas y drogas naturales. Esta perspectiva remite a la discusión sobre países “productores” y países “consumidores”; una distinción que parece engañosa. Lo que se observa es la expansión de la producción y del mercado de drogas sintéticas y la persistencia en la represión de plantas naturales de uso tradicional como alteradoras de conciencia. En 1909 solamente figuraba el opio como “droga ilícita”. Hoy en día, 150 sustancias —3 semisintéticas (morfina, heroína y cocaína), 143 sintéticas y tres plantas naturales (cannabis, coca y amapola) y, ridículamente, un sapo (el Bufo) -son consideradas ilegales. Producción y mercados se han expandido y diversificado bajo el impulso de la prohibición. En 1961 la Asamblea de las Naciones Unidas condenó los cultivos de coca, amapola y cannabis y, desde ese entonces, el comercio de la guerra, de los químicos, y de las “drogas” se ha convertido en un negocio altamente lucrativo y en plena expansión. Se ha arremetido contra los cultivos tradicionales, sin embargo, las personas no han dejado de consumir sustancias recreativas y sagradas, ni de cultivarlas.


CULTIVOS

En lo que se refiere a cultivos para usos ilícitos, se plantea la necesidad de buscar soluciones integrales, sostenibles y participativas y la comprensión política y sociológica de las condiciones estructurales que obligaron a los campesinos de diversas regiones del mundo a involucrarse en su producción. Para ello se plantean los siguientes elementos:

  • En la región Andino Amazónica, es necesario reconocer que los problemas socio-económicos y políticos que enfrentan las regiones productoras de cannabis, amapola y hoja de coca son la expresión y resultado de modelos de desarrollo agrario, caracterizados, por una parte, por la concentración de grandes unidades de producción en un reducido número de propietarios y, por otra parte, por expulsar de manera permanente grandes contingentes de campesinos hacia las grandes ciudades o hacia zonas de colonización.

  • Los campesinos así expulsados hacia las grandes ciudades se agregan a los ya numerosos marginalizados por sus sociedades. Entretanto, aquellos que son expulsados hacia zonas de colonización, ubicadas fuera de la frontera agraria activa, terminan viviendo en ecosistemas frágiles que no soportan las dinámicas agropecuarias exigidas por el mercado.

  • De tal manera, las poblaciones que actualmente viven de los cultivos de uso ilícitos están, en muchos casos, ubicadas en regiones que han tenido significativos problemas para articularse de manera efectiva a los mercados agropecuarios nacionales y que enfrentan serios obstáculos estructurales de orden socio-económico y ambiental para estabilizar las economías campesinas.

  • A esto se suman políticas macroeconómicas nacionales y de manejo de precios internacionales que conducen a la ruina de amplios sectores de economías campesinas tradicionales antes bien articuladas a los mercados nacionales e internacionales. El incremento de cultivos de hoja de coca para usos ilícitos en zonas destinadas hasta hace poco a la producción de café u otros productos agrícolas tradicionales de economías campesinas, refleja asimismo los efectos devastadores de estas políticas y es una de las consecuencias más graves de las crisis en sectores rurales.

  • La acción de los Estados frente a la problemática de los narcóticos ha priorizado las salidas de carácter militar que, en la región andino amazónica, se ven expresadas en el Plan Dignidad, el Plan Colombia, y la Iniciativa Regional Andina. Estas medidas de fuerza se ejecutan por la vía de la erradicación forzada y no se compadecen con —no resuelven— las causas socio-económicas y políticas que permitieron su emergencia y proliferación. De tal manera, el cultivo de coca, amapola y cannabis —actualmente el único medio de subsistencia para miles de campesinos en el mundo— se ha convertido en una actividad agrícola itinerante.

  • En la región andino amazónica, las medidas de erradicación forzada han tenido unas consecuencias sociales, ambientales y económicas devastadoras. Esto se trasluce en la marchas cocaleras y bloqueos de vías en Bolivia y encarcelamientos de líderes en Perú. Es el caso inconcebible de las fumigaciones áreas indiscriminadas con pesticidas en Colombia, donde los químicos dispersados militarmente desde avionetas están generando numerosas enfermedades y defectos genéticos, contaminando las fuentes de agua, destruyendo la inestimable biodiversidad y poniendo en peligro la seguridad alimentaria de la región. Paralelamente, para acabar de agravar la crisis de la agricultura tradicional, las mismas transnacionales que venden los químicos utilizados en contra de los campesinos colombianos, impulsan sus organismos genéticamente modificados y diseñan estrategias para apropiarse de los recursos hídricos.

  • En la búsqueda incesante de soluciones socioeconómicas y políticas al tema de los cultivos de uso ilícito, las comunidades campesinas e indígenas han venido diseñando proyectos sociales y tecnoproductivos, acordes con sus planes de vidas y sus aspiraciones de desarrollo y las características de los ecosistemas en donde habitan. Estas comunidades han presentado sus propuestas en diferentes espacios institucionales y en escenarios de concertación, pero infortunadamente estas propuestas han sido, invisibilizadas o no ejecutadas por parte de los gobiernos, luego de haber sido acordadas en procesos de negociación. La exigencia más significativa de las comunidades se refiere a una reforma agraria, orientada a la democratización del campo y políticas macroeconómicas de generación de empleo y de protección de la economía campesina. Sin embargo, antes que nada, los pobladores exigen la protección de sus vidas, el respeto de sus derechos humanos y la salvaguardia de sus medios de subsistencia.

  • Indudablemente, no se puede esperar que las regiones cultivadoras —bajo acciones dirigidas hacia uno de los niveles que guarda relación con graves problemas estructurales— resuelvan por sí solas esta compleja y conflictiva situación global con políticas que enfocan exclusivamente la erradicación de cultivos con medidas de guerra y a cualquier costo.

  • Es por lo tanto importante que escuchemos cuáles son las problemáticas y políticas especificas en otros países en los cuales se cultivan y consumen estas plantas; que compartamos nuestras experiencias y construyamos a partir de ellas. Es imperativo extender nuestros conocimientos mutuos, nuestro alcance.


COMERCIO

Los cultivos de uso ilícito, al igual que los lícitos, responden en lo fundamental a condiciones socio-económicas y culturales particulares de cada país o región.

  • El tráfico de drogas, que es de carácter internacional, aprovecha esos escenarios y estimula las dos puntas de la cadena y se queda con las mejores ganancias de las cuales se benefician también grandes capitales “legales” e ilegales del mundo global. Las utilidades se concentran en los centros financieros internacionales. Los lucros del negocio de las `drogas' ilícitas finalmente los concentra de manera dominante el capital financiero norteamericano e internacional que se nutren con el lavado de los dólares, las mafias de narcotraficantes, de suministradores de precursores químicos y de armas. El valor pagado por el consumidor final de cocaína en los EE.UU. se estima que se distribuye aproximadamente así: “5% para los países productores -con 1% para los campesinos y 4% para los procesadores locales-, 20% para los traficantes internacionales -los carteles de la droga- y un 75% para las redes de distribución y expendio en los países consumidores”.[1]

  • Narcotráfico, corrupción y crimen organizado tejen estrechos lazos que desdibujan las fronteras entre la economía legal y la economía ilegal. Para una mejor comprensión de la expansión empresarial de las industrias de armas, químicos y `narcoticos' se hace necesario, por lo tanto, analizar problemáticas tales como las políticas que encubren los paraísos fiscales (lavado de dineros), la impulsión de los mercados de tecnologías agrícolas `sintéticas”, y las zonas de `libre' comercio, entre otras.


CONSUMO:

  • La humanidad siempre ha coexistido con sustancias psicoactivas y las consideraciones —teniendo en cuenta los impactos y fracasos devastadores de la Prohibición— son la búsqueda de alternativas, comenzando por unas políticas orientadas hacia la reducción de daños y de riesgos tanto de consumidores como de cultivadores indígenas y campesinos.

  • Las experiencias en reducción de daños de nuestros colegas europeos y la lucha de los activistas estadounidenses por defender los derechos de los consumidores deben contribuir a subrayar el hecho de que hay caminos y derechos sociales y alternativos frente al tema de las `drogas'.

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